Vive como un Samurái: Conquista y Triunfa – Parte 1ª

Samurai

Vivir adoptando los principios y valores de un Samurái nos lleva a vivir con plenitud, en un estado de alerta activa, en el que no se permite perder el tiempo en miles de distracciones que existen alrededor, en el que se actúa cuando conviene con total determinación, se ejecuta completamente y se finaliza la acción que se está realizando con total entrega.

En 2015 publiqué este artículo en mi blog: “Vive como un Samurái: Conquista y Triunfa”. Ahora, 5 años más tarde, vivir como un “Samurái” es más que necesario que nunca, sobre todo en estos momentos en que el miedo y la ansiedad han tomado las riendas de nuestras vidas, de nuestras sociedades y de la mayoría de habitantes de este planeta. Y toma aún más relevancia, debido a los feroces virus que hay ahí fuera. Por un lado, el virus real y, por otro lado, el virus del miedo que es mucho más potente y ha penetrado en todas las capas de la sociedad y en la mayoría de las decisiones que se toman, con las consecuencias que ello conlleva.

El miedo es una reacción automática en toda persona, una reacción lógica que se debe al instinto de supervivencia innato que nos protege de los peligros existentes; el riesgo aquí es permitir que el miedo tome el control. El control siempre lo hemos de tener nosotros y debemos tomar decisiones y realizar acciones que nos permitan dominar y controlar las situaciones.  Cuando viene una crisis si nos atenaza el miedo y la ansiedad y estamos asustados, la crisis nos va a golpear de pleno y se nos llevará por delante. Por otro lado, si tenemos el control, nos hemos hecho amigos de la emoción del miedo, la hemos nombrado nuestro asesor, dejamos que nos avise cuando hay peligros y que vele por nuestra seguridad; de esta forma ese miedo juega a nuestro favor. Hay que tener muy claro y negociar muy bien con la emoción del miedo; esa emoción tiene que saber que no es la directora general y no nos dirige; tiene su propia oficina y viene a las reuniones cuando se le convoca.

Vivir adoptando los principios y valores de un Samurái nos lleva a vivir con plenitud, en un estado de alerta activa, en el que no se permite perder el tiempo en miles de distracciones que existen alrededor, en el que se actúa cuando conviene con total determinación, se ejecuta completamente y se finaliza la acción que se está realizando con total entrega. En estos momentos que estamos atravesando es muy importante estar vigilantes, en estado de alerta activa, preparados para reaccionar y tomar decisiones importantes en cualquier momento.

Debemos tener en cuenta, y aún mas ahora, que la vida se vive aquí y ahora; la ejecución nos lleva a estar presentes con los cinco sentidos en todo momento, con pasión y entrega total, como si no hubiese un mañana, ni siquiera un después o un más tarde. Como la flor de ‘sakura’, la flor del cerezo japonés, bella con todo su esplendor, pero perecedera en el siguiente momento. La vida es frágil, todos lo sabemos, aun así, la mayoría lo obviamos o vivimos de espaldas a esta única realidad, incluso ahora se obvia, en momentos en los que vemos que el virus se está llevando gente de todas edades. Creemos que a nosotros no nos llegará, que no va con nosotros… y vivimos aislados de la realidad, y sin ser conscientes del valor del momento, ni de las consecuencias de nuestras acciones, palabras o pensamientos.  

El Samurái sabe que puede morir en cualquier momento de la batalla, y por ello, vive al cien por cien, entregado totalmente a su causa o lucha. 

En la situación actual de la pandemia, el confinamiento, los riesgos de contagios, la irresponsabilidad de muchas personas, la hostilidad, las incertezas y decisiones más o menos acertadas de nuestros dirigentes, las teorías conspiratorias… tenemos el campo de batalla delante y hay que estar muy atentos y en estado de alerta; cada día libramos una batalla. La hostilidad, la incerteza, el desconocimiento del poder que tiene el enemigo, la desconfianza en los poderosos, los lobbies económicos y sus intereses, nos coloca en una situación de alerta casi inconsciente, y la lucha se realiza en varias dimensiones. 

Por una parte luchamos contra un virus desconocido muy feroz y nos sentimos impotentes, pues no depende de nosotros erradicarlo; por otro lado, luchamos con nuestro descontento, rabia, frustración en cómo vemos que se está llevando el tema a nivel político, sanitario, económico…, además, tenemos que luchar contra nuestros miedos, ansiedad, inseguridades. Las personas que han perdido seres queridos, además, tienen que luchar contra el dolor de la pérdida, la frustración de no haber podido estar al lado de la persona fallecida, de no haber podido realizar un funeral en condiciones…, y la mayoría debemos enfrentarnos a la inseguridad laboral y económica, ya que, de repente, se nos desmorona la base de nuestro sustento, y puede que nos quedemos sin trabajo, sin clientes, y que nos ahogen las deudas.

El campo de batalla es multidimensional y hay que tener una estrategia muy clara para cada frente. No hay tiempo que perder y las oportunidades de vencer y conseguir los objetivos son únicas. En estos momentos se requiere claridad mental, conocer muy bien los objetivos a conseguir, conocer a los otros compañeros de batalla, sus fortalezas y habilidades, para conseguir que todos salgamos vencedores. Por ello, son muy importantes las sinergias, encontrar los compañeros adecuados para cada batalla, para, juntos, poder vencer y luego celebrar el triunfo.

Los peores enemigos que podemos encontrar son las ansiedades, los miedos, las inseguridades. Estos son enemigos que nos harán perder la batalla sin necesidad de un adversario, por lo que el samurái debe estar muy cultivado en todas las fortalezas internas, para no ser vencido por sí mismo. Y cuanto más fuerte sea internamente, más recursos tendrá a su favor; incluso en el caso de una derrota, ésta le servirá para aprender y hacerse más fuerte internamente, de forma que la siguiente ocasión que salga al campo de batalla será mucho más fuerte y determinado.

En resumen, la esencia del camino del Samurái está en vivir cada día como si fuera el último. La vida es fugaz y hay que vivir en el presente.  Y para poder vivir en el presente hay que estar muy anclados, muy enraizados, muy equilibrados interiormente, alineados con nuestra fuerza interior, empleando nuestros dones innatos, escuchando nuestras intenciones más profundas. Es necesario encontrar esta armonía, este punto de equilibrio que nos hace íntegros, y entonces cualquier acción que realizamos, la hacemos con todos nuestros sentidos atentos.

Pregúntate. En estos momentos, ¿qué batalla estoy lidiando? ¿Quienes son mis enemigos?  ¿Son internos o externos? ¿Nos domina el miedo y la ansiedad? ¿Cómo puedo tener y cultivar la actitud de Samurái?

Continuará…